Mitos y Leyendas del Chaco
LEYENDA DEL CARAÚ
Cuenta la leyenda que Caraú fue un muchacho apuesto y muy bailarín, aparte de guitarrero y cantor, que vivía en compañía con su madre, para quien eran todos sus cuidados y desvelos.
Cuenta la leyenda que Caraú fue un muchacho apuesto y muy bailarín, aparte de guitarrero y cantor, que vivía en compañía con su madre, para quien eran todos sus cuidados y desvelos.
Pero cierta vez que ella enfermo
seriamente Caraú agoto sus esfuerzos para atenderla con medicación cacera, y al
no tener mejoría resolvió marchar al atardecer hacia el pueblo más próximo
distante varias leguas del rancho. En el camino encontró un baile, donde se acercó
por curiosidad, pero enseguida se confundió con los bailarines, atraída por una
muchacha muy agraciada, que a su vez coqueteaba con el teniendo en cuenta que
sobresalía entre todas, por su postura y elegancia. Olvidando por completo la
enfermedad de su madre, continuó bailando toda la noche hasta que en la
madrugada se acercó un amigo y le trajo una noticia. (Amigo) Disculpe amigo
Caraú aní ve re yeroqug aguerú ndve la noticia o mano jague nde sg. (Caraú) No
importa mi buen amigo yo el baile no he de dejar el o manoma ya o manoma hay
tiempo para llorar. Bailando toda la noche con la damita mejor le pregunto a su
damita mamoite pa oí nde rogo (Dama) La dama le contesto che roga oí momgrg
regosero che rendape rego range regecha nde sg. Al oír estas palabras el Caraú
se retiró salía llorando y diciendo mi madre ya se murió. Por
haber sido mal
hijo castigo le dio tupa le puso plumaje negro y allí se quedó a llorar.
EL ALMA MULA
Creencia llegada al Chaco con los
santiagueños. El recurso de inventar historias que despierten temor en los
auditorios de fogones, especialmente jóvenes, fue una herramienta eficaz para
transmitir oralmente, valores y principios que fueron sumamente necesarios a la
hora de establecer reglas de convivencia y una escala de valores en la que se
asentaría las nuevas generaciones.
En Santiago del Estero, la Mula Ánima o
Alma Mula, vaga en lo espeso de los montes, arrastrando una cadena, mientras
larga fuego por los ojos y los ijares. Si encuentra algún desprevenido que se
aventura solo a altas horas de la noche, lo mata a patadas. La razón de la
cadena, que además produce un gran ruido, es la esperanza que tiene la mujer
maldita convertida en mula, de que algún varón bien varón la sofrena venciendo
el miedo, y e esa manera su alma será redimida para viajar al cielo.
En la zona serrana, vaga por la falda
de los cerros una mula maldita, haciendo mucho ruido mientras larga fuego por
los ojos y los ijares.
Arrastra un "freno", que le
produce dolor cuando pisa las riendas, que le hace gritar de manera horrible,
que hiela la sangre de quien la escucha. Mata a patadas a quien encuentra
vagando en la alta noche serrana. También un hombre de mucho coraje y fe, puede
salvar esa alma maldita.
Deberá sofrenarla, para que se
transforme en mujer, cuya alma, inmediatamente se elevará purificada al cielo.
Otras variantes, dicen que la mula
maldita, recorre los alrededores de las poblaciones en días de tormenta. Antes
de comenzar su periplo llega hasta la puerta de la iglesia, y luego comienza a
caminar largando fuego por los ojos y la boca, arrastrando un
"freno". Mientras se desplaza emite desgarradores gritos de dolor, el
es producido al pisar las riendas que arrastra. Si alguien con mucho coraje
quiere redimir esa alma maldita, deberá trazar el dibujo de una habitación, en
el patio de la iglesia con un facón y esperar de rodillas su aparición. La
forma de cruz de la empuñadura protegerá al valiente, que debe cortar el freno
para conseguir el perdón divino de la mujer impura.
En todos los casos la transformación se
debe a un castigo divino, dado a una mujer de vida disipada que se mezcló en
amores carnales con un cura, con su padre, o con su hermano. En el Chaco los
jóvenes campesinos se gastan bromas llamándose "lomo negro", en
alusión a la banda oscura que tiene en el pelaje la mula, que le recorre toda
la espina dorsal, desde la cabeza al nacimiento de la cola.
EL UTURUNCO
En todo el norte de nuestro país, desde
el límite marcado por el río Uruguay, hasta la precordillera y de allí hasta el
trazado del río Salado en Santa Fe está muy difundida la creencia de la
transformación del hombre en animal. Estas metamorfosis son justificadas de
diferentes maneras: Desde maldición divina a pacto con el diablo y su
dispersión folclórica llega a Perú, Bolivia, Chile y Paraguay. Personalmente he
oído hablar (o he tenido acceso a investigaciones sobre el tema) del Lobizón
(área guaranítica), Yaguareté Avá (área guaranítica especialmente Paraguay),
Runauturunco (en Perú y Bolivia), Muturunco (en Catamarca) y el Uturunco (en
Santiago del Estero).
Recuerdo a mi abuela santiagueña que
nos infundía miedo para evitar nuestras incursiones por el monte, hablándonos
del Uturunco. Decía ella, que se trataba de un hombre solitario, ermitaño, que
vivía en las cercanías, que practicaba magia negra, que había pactado con el
Diablo para convertirse en tigre (yaguareté) durante las noches o siestas y
salir a comer cabras, potrillos, o terneros según su apetito.
Aprendimos que al firmarse el “Tratado”
por el cual pasado un tiempo debía este señor entregar su alma, le fue dado en
custodia un trozo de cuero (“cuerito” decía ella) el que frotaba mientras se
revolcaba por el piso cuando deseaba que se operara la transformación. Era muy
difícil matarlo, porque siempre eludía la persecución de los perros. Si ocurría
la muerte automáticamente se convertía en humano en presencia del ejecutor. Si
se quemaba su rancho con el “cuerito” adentro o alguien le robaba el amuleto, éste
se entregaba para que lo maten. Si no querían hacerlo, insultaba a algún
pendenciero para que lo haga en pelea.
Actuando como docente del nivel
primario, cuando trabajé en lugares con población mayoritariamente descendiente
de santiagueños, escuché achacar al Uturunco la muerte de sus cabras, terneros
o potrillos cuando no podían identificar al león (puma) como autor de matanzas
masivas. Es característico en el yaguareté y el puma esta acción. Cuando caza,
primero sacia su hambre, luego sigue matando como parte de un juego macabro.
En las regiones argentinas de montaña
donde no hay “tigres” (yaguareté) le llaman muturunco y se afirma que la
trasformación es de hombre a “león” (puma). En las zonas quechua y aymará de
Bolivia y Perú se denomina Runauturnco y por último en el área guaranítica
Yaguareté Avá. Los guaraníes afirman que solo se transforman los poseedores de
poderes especiales cedidos por Tupá, sin “trato”. Los santiagueños,
catamarqueños, salteños, riojanos adjudican la propiedad a solitarios personajes
muy comunes en sus comarcas aisladas, quienes obtendrían el poder mediante
pacto con Satán.
Jorgelina Soulet dice que la
transformación se produce al momento que el hombre se revuelca sobre una piel
de tigre pronunciando extrañas palabras. Afirma la misma autora que en algunos
lugares quien se transformará en tigre, no león, se sumerge en un estanque, de
donde sale convertido en Uturunco.
Hay un cierto paralelo con el Lobizón,
que es una transformación en perro mediante maldición divina. En todo el
Continente Americano y en gran parte de Europa desde antiguo, persiste la
creencia de la transformación del hombre en animal, por causas que varían según
la región donde la creencia se origina.
LA MUJER VESTIDA DE BLANCO
En los aislados parajes y alejadas
poblaciones de la incipiente Provincia del Chaco, durante los últimos cincuenta
años del Siglo XX, algunos caminantes afirmaban haber tenido encuentros con la
“Mujer de Blanco”. Esta aparición se manifestaba como una joven de hermoso
cuerpo, vestida de tul blanco cubriendo su humanidad hasta los pies, que
levitaba, y acompañaba a los solitarios que se aventuraban durante las noches
en barrios periféricos o caminos de poco tránsito.
Personalmente recogí versiones en
lugares con preeminencia de población oriunda de la Provincia de Santiago del
Estero. Nadie afirmó ser atacado por el fantasma. En el peor de los casos,
ésta, le acariciaba sus rostros con el tul mientras caminaba a su lado, o
sentada en el “anca” (parte posterior del lomo) del caballo, sin proferir
palabra. El sentimiento de consternación y miedo fue aprovechado por las madres
de jóvenes audaces, que les advertían de la aparición, si salían de parranda
durante las noches, sobre todo en días laborables. Recuérdese que en esos
tiempos, no tan lejanos, por el arraigado machismo de nuestra sociedad, las
damas jamás andaban solas luego del oscurecer.
En la zona rural y barrios de Las
Breñas, había una especie de miedo colectivo a la aparición. Por ejemplo, en
una oportunidad, me tocó vivir una tensa situación de temor, ante la aparente
presencia de la “Mujer de Blanco”, que veíamos moverse, un grupo de estudiantes
secundarios que regresábamos de un baile en la zona rural, en una encrucijada
de caminos. Llegamos a dispararle con un arma de fuego, a la forma que, para
nosotros, muy sugestionados, veíamos levitar desplazándose de un lugar a otro.
Pasado el impacto inicial, y llevados por la inconciencia de la juventud y el
alcohol ingerido, fuimos a su encuentro, descubriendo que era un quebracho
blanco seco, descascarado, tumbado entre el ramaje, que brillaba con la luz de
la luna, sin que se haya movido jamás.
También escuché a muchos descendientes
de europeos en la Provincia de Misiones, hablar de este espanto americano. En
las cercanías de los Saltos de Tabaí (cercanos a la ciudad de Jardín América),
dicen, una mujer etérea, vestida de blanco suele sentarse sobre el capot de los
automóviles, para acompañar a los turistas durante un corto trayecto. Otras
veces se la observa flotando por la banquina de la ruta nacional Nº 12, en el
tramo entre el balneario y la ciudad.
La actitud siempre es de escapar de su
presencia, o de ocultar la cara. Pero algunos, con algo de descreimiento y
coraje han descubierto que se trata de pura sugestión. Por ejemplo, me contó un
criollo que residía en el Paraje Loro Blanco (en el triángulo formado por Las
Breñas, Corzuela y Pampa del Infierno, que cierta vez cuando regresaba de la
casa de su novia a caballo, se le sentó la mujer en el anca del caballo,
acariciando su cara durante un largo trayecto. Después de rezar profusamente,
haber soportado el miedo y transpirado con abundancia quiso tomarla, para
descubrir quién era. Descubrió se trataba de su pañuelo (llevado al cuello) que
con el viento le rozaba el rostro.
Pareciera que la mujer, en todas las
sociedades, ha despertado no sólo admiración en el sexo opuesto, sino que
además, se ha utilizado su imagen para infundir miedo. Y no es que haya
conexión entre el folclore de algunas regiones europeas, con el vernáculo.
Salvo la transmisión operada por los españoles durante el proceso de conquista,
el resto del viejo continente, casi no ha intercambiado acervos culturales. Por
ejemplo los irlandeses temen al lamento de la banshee, mujer que anuncia con
sus gemidos la muerte de un ser querido. El folclore irlandés tiene muchísimos
“testimonios” de su existencia. Dicen, tiene cabellera roja y sólo es vista, a
veces, por la persona que va a morir. (Los moribundos y sus familiares, en
pocas ocasiones alcanzan a verla cuando gime peinando su cabellera, junto a la
casa del condenado) Queda demostrado con esta creencia, que la fabulación es
parte del ser humano. Cuando cultiva su intelecto, alcanza abstracciones muy
elaboradas, de otro modo, genera simples duendes o fantasmas.
LA SALAMANCA
Llegó al Chaco junto con los
santiagueños que se desplazaron hacia nuestra provincia atraídos por la zafra
algodonera y la gran demanda de mano de obra que en ese tiempo ofrecía la
actividad forestal. Algunos de ellos fueron conducidos por sus "Patrones"
(los colonos) que viajaron expresamente a buscarlos. Otros simplemente arrearon
sus míseros ganados, cargaron sus pocos enseres en zorras o volantas e hicieron
el viaje hasta el sector noroeste del Chaco, donde se afincaron como pequeños
criadores de ganado criollo. Desarrollaron una agricultura de subsistencia y
muchos de ellos estacionalmente participaban de la cosecha del algodón en los
alrededores. En las noches, en ruedas de fogón, contaban a sus jóvenes
historias sobre la LA SALAMANCA. El gran interés que despertaron estas
narraciones hizo que sea un excelente recurso para infundir miedo, aumentar su
prestigio de "hombres experimentados" y sobre todo, transmitir pautas
culturales, y valores de tipo ético o moral. Esta actitud, nos permite valorar
el ingenio de los primeros criollos que sin haber recibido educación formal,
descubrieron que el relato de historias fantásticas podía llevar entre líneas,
aquellas enseñanzas que le interesaba transmitir a sus hijos. Igual
procedimiento fue utilizado por los primeros pueblos europeos. Es decir,
fabulando historias que interesaban sobremanera a los cándidos repertorios,
explicaron el origen del mundo material, satisficieron la curiosidad respecto
de los fenómenos internos del alma, dieron a conocer reglas de comportamiento
social y encontraron una respuesta a la gran duda sobre el origen del mundo.
La Salamanca es el baile de los
diablos. En ese aquelarre donde participa todo el Averno. Encontramos allí a
los excluidos, las brujas, los asesinos, los malditos y también a quienes
asisten para adquirir determinadas destrezas. El diablo mayor otorga el don de
ser el mejor guitarrero, el mejor domador, suertudo con las guainas, ganador en
los juegos de azar, buen cuchillero y mejor rastreador, a quien, pacto de
sangre mediante, firme un TRATO con él. Este convenio consiste en adquirir las
destreza deseada, a cambio del alma, la que será entregada cumplido el plazo
que se estipula en el acto. Pero para ganar la confianza del Tío, es necesario
vencer pruebas de valor antes de ingresar al recinto. Soportará el salamanquero
el embate de horribles bestias, furiosas víboras, sonidos que hielan la sangre,
visiones demoníacas, cruzará senderos de espinas y fuego, pero principalmente
abjurará de Dios, escupiendo a la entrada un crucifijo. Cerrado el trato, sale
al mundo a despertar la envidia de otros varones y la admiración de las
mujeres.
En Santiago del Estero dicen que la
Salamanca se halla en la profundidad de los montes. Que los solitarios sacheros
suelen escuchar una música irresistible en la lejanía de la espesura. Quien
tema las malas artes, o por principios religiosos reniegue de esas prácticas,
evitará dejarse llevar por la tentación. En Catamarca, cuando alguien es
sospechado de haber visitado la Cueva del Diablo (socavones en la montaña)
observan al pasar éste si proyecta sombra, señal inequívoca que es prueba
irrefutable. En Chile dicen que para llegar al lugar es necesario conocer la
fórmula mágica que debe pronunciarse, la cual es transmitida por alguien que ya
estuvo allí. En nuestro país, para llegar a La Salamanca, se requiera de la
firme voluntad de hacerlo, armado de un coraje extraordinario para vencer todos
los peligros figurados que deberá sortear para alcanzar tan preciadas
habilidades.
La creencia en La Salamanca proviene de España.
Allí al finalizar la expulsión de los moros, se tejieron historias sobre las
prácticas de brujería y magia negra que llevaban a cabo los invasores en las
cuevas de las montañas y la más famosa era la Cueva de Salamanca. Hay en la actualidad
una provincia homónima en el norte de ese país y también una diócesis. La
literatura ibérica satirizó a la sociedad de la época, creando obras donde los
protagonistas cuya moral se cuestionaba, eran visitadores de las Cuevas para
estudiar magia negra. En la Argentina, el cancionero popular ha abordado el
tema, lo mismo que la literatura gauchesca (recuérdese Santos Vega y Don
Segundo Sombra).